Fotografía obra de VARL Photography.
Hoy te escribo desde la lejanía tan grande que nos separa. Estoy en la
capital, en nuestra bella capital. Aquella que recorrimos desde la mañana,
soltando en la calle sonrisas mientras íbamos de la mano. Podría pasarme toda
la noche intentado escribirte algo que de algún modo traspase mi sentimiento
hacia ti, sin embargo, no creo posible lograrlo debido a que el papel y la
tinta no son tan precisos. Aun así, busco palabras que me permitan hacerte
saber que pienso en ti día tras día y que sé que estaremos justos más temprano
que tarde (o por lo menos así lo espero). Te extraño, pero el recuerdo de cada
abrazo, de cada caricia y cada tacto que pude sentir de tu piel, se hace vigente
conforme lo rememoro.
Por otra parte y obviando la cursilería que ya he expresado, te contaré
un poco de lo que he vivido últimamente por acá. Es increíble lo rápido que ha
pasado el tiempo desde que llegué y más aún el esfuerzo realizado para no salir
corriendo otra vez hacia ti. La dictadura se ha alzado con fuerza contra todos
los que no estamos a favor de ella. Pero
¿Cómo estarlo? Si apenas ayer un niño de los barrios pobres que andaba descalzo
y vistiendo casi harapos, me confesó no
reconocer el sabor de algunos alimentos que le iba nombrando. Claro, ha crecido
en esta realidad en donde se come lo que se puede y no lo que se quiere, en
donde la escasez es realmente el pan de
cada día. Eso es en sí un comentario fatalista, lo sé. Puedo verte reprochándome
la indignación y diciéndome que debo concentrarme en continuar luchando, eso también
lo sé. Es demasiado duro continuar existiendo de la mano de la desigualdad, de
la tiranía, del abuso de poder por parte de “los lideres”. El Ministro de Defensa
acaba de comprar una finca en no recuerdo que estado, se sabe de qué en ella ha
construido una mansión que prácticamente no es mansión porque posee más las
características de bunker. Entonces ¿A quién protege el señor Ministro de Defensa?
A sí mismo únicamente, mientras que hay afuera un pueblo que lucha por
sobrevivir mientras que unos pocos bandidos armados (que en realidad se van acrecentando
en número) amenazan la vida de las buenas personas. Esto es solo un ejemplo que
viene a mi mente en este momento. A mí personalmente, me sirven este tipo de
cosas como inspiración y como impulso para continuar con esta lucha, con esta necesidad
de derrotar la injusticia de los que están en el poder.
Eso es lo que ha ocurrido la última semana ya que tampoco hemos salido
mucho por temor a que nos atrapen. De querer hablarte de todos los
acontecimientos anteriores, me faltaría enfocar mejor mi memoria y eso es algo
que siempre se me ha hecho difícil como tu bien sabes. Entre otras cosas que si
te podría comentar, aún continuo tomando muchas fotografías e incluso pintando
de vez en cuando. Lástima que uno termine retratando en el arte la realidad que
viva, en tal caso, siempre se ve
inmiscuida la queja propia de lo que se esté pasando en las obras. Esto no me
desanima, ya vendrán buenos momentos en los cuales dibujar un mejor panorama.
Lo que sí es cierto, es que continúo disfrutando mucho de hacer ese tipo de
cosas que me alejan por un momento de lo que se vive constantemente. Para mí
eso es una verdadera suerte…
Por ahora me tengo que ir. Te escribiré cuando pueda y espero que no
pase de las próximas dos semanas. Debo confesarte que si tú lograses
contestarme, me harías muy feliz. De no hacerlo, sabría igual que fue porque no
pudiste. Desde estas tierras me despido, rogándole a este destino que me
permita volver a tu lado. Te pido una vez más perdón por el camino que elegí,
sin duda no ha sido el más fácil de recorrer.
Amándote siempre, te mando un beso telepático.
Ella terminó de leer la carta
mientras que una lágrima resbalaba por su mejilla. No estaba firmada bajo
ningún nombre pero ella sabía perfectamente quien la había escrito. Lo extrañaba
como nunca, pero se sentía orgullosa de él. Llegaría el momento en el que
volverían a estar juntos, solo debía ser paciente. Mientras tanto, ella recibía
ese beso que él le mandaba desde la distancia. Buscando el bolígrafo para
escribir su respuesta, pensaba en lo fuerte podía llegar a hacerse el amor en
el alejamiento. Daba gracias porque ahora entendía que todo aquello solo
acrecentaba el sentimiento que unía los unía como enamorados.