Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño.
Reconozco que este tema en
particular me es bastante difícil de expresar, por eso solo me atrevo a
relatarlo a través de esta carta que pareciera la salvación ante mi propia timidez.
Así soy, complicado para expresar sentimientos, aunque adentro se viva un
huracán. Sin embargo, todo en esta vida debe cambiar, para mal o para bien, así
deben ser las cosas. Por eso hoy he decidido romper las barreras de miedo que aprisionan
este corazón, esas que ya no pueden contener el sentimiento que ansía
desbordarse. Yo no sé si de verdad habré enloquecido de tanto soñarte, de tanto
pensar en tus ojos que me hacen sonreír cuando estoy solo, pero ya pude reunir
el valor suficiente para exteriorizar ésta confesión que me libera. Quiero
simplemente que entiendas que para ser feliz necesito de ti. Mejor dicho, que
para vivir necesito de ti.
Mi vida entera te he requerido
aunque no te conociese, mi vida entera te había buscado aunque tardase en
encontrarte. Entonces ¿También recuerdas el día en que nos conocimos o solo soy
yo el que ha prestado atención a cada detalle de la novela que se escribe desde
que te vi por primera vez? Tú, tan bonita, tan perfecta para mi conciencia, con
cada uno de tus atributos me llevas a la alegría en cualquier momento. Por ti
soy una persona distinta, no mejor ni peor, solo una que por fin puede
experimentar la pasión propuesta por un enamoramiento verdadero. Por esa razón
y tantas otras más, te doy gracias.
Dentro de los ideales futuros
existen tantas visiones de un devenir brillante que deseo vivir acompañado de
tu presencia, que a veces me encuentro a mí mismo soñando despierto. Viajar por
el mundo sería la cosa más bella si pudiese ser tomando tu mano. Encontrar en
cada noche una maravilla distinta gracias a tu voz, esa que me lleva a ver en
esta existencia milagros compuestos por palabras. Sencillamente, encontrar un
paraíso en cada una de las vivencias que contigo tenga el placer de experimentar.
Te lo confieso, nunca he visto tantas cosas pasar por mi mente hasta ahora, aunque
claro, todo lo que pienso está ligado a tu Ser. Tal cosa, lejos de preocuparme,
solo me entristece un poco porque realmente entiendo que dependo de tu
presencia para ver al mundo con asombro.
Tantos recuerdos acumulados en
este cajón. Fotografías viejas, esas en las que fuimos creciendo juntos hasta
llegar al día de hoy en el que ya no puedo aguantar esto que siento. Esta
declaración llega a parecerme increíble, a mí que antes no creía en idilios o ilusiones
relacionadas con el deseo de buscar un “felices para siempre”. No pensé nunca
llegar a verme suspirando al pensarte o deseándole al universo que el instante
en el que alguno de tus besos roza mi mejilla no termine jamás, sino que se
haga eterno para que mi dicha no acabe nunca. La gloria dejó que yo la
descubriese con esa clase de detalles, esos en los que yo creo tocar el cielo y
sentir que nada puede salir mal.
Lo sé, lo sé, todo esto que te
digo es difícil de creer. He podido entender algo en todo este tiempo a tu
lado: el amor es una locura más. Él que es tan caprichoso y volátil, no da
explicaciones a nadie, no piensa en dudas de su propia veracidad, solo existe y
se expande desde el órgano palpitante que lo genera hasta el cuerpo entero. Ese
amor que hoy puedo decretar que siento por ti, es el mismo que cada mañana me
motiva a despertar y a pensar en las posibles formas de verte, en los posibles
chistes que te hagan reír, finalmente, en producir todo este mar de cursilerías que se
almacenan en mí.
Solo resta poder exteriorizar
esta maravilla, esta fuerza, esta emoción que se aprisiona en mi pecho y a
veces no me deja respirar. Cosas como esas (que antes me parecían incoherencias
de enamorados) me hacen concluir que ahora no puedo dejar de quererte, que no
quiero dejar de quererte. Tú ni siquiera te debes de imaginar esto que siento.
Claro, es lógico, si yo al verte me encogía de miedo ante tanta magnificencia.
Sin embargo, alguna trampa del destino me hizo entender que este segundo es el
que cuenta, que no podría dejar pasar más días sin que tú supieras esto que
siento. La verdad, ni yo mismo podría imaginarme que ocurrirá ahora. Solo sé
que mi vida será más plena a partir de este momento. Todo porqué, sea cual sea
tu respuesta, yo podré ser libre de tanto cariño encerrado. Solo te pido que
entiendas lo que eres para mí, es decir, mi todo. Que tengas presente que sin
ti no soy nada.
Hoy creo que no habría mejor
presente que aquel que sea siempre a tu lado. No te lo niego, tengo terror de
que todo este sentimiento no sea correspondido, pero prefiero morir sin un
secreto como este, que vivir manteniéndolo oculto de quien lo origina. Yo que
soy tan tímido, tan simple y corriente como cualquier otro mortal, puedo llegar
a poseer el coraje de un héroe en pro del simple acto de amarte. Porque sí, aunque
éstas sean solo letras, yo debo decírtelo: te amo infinitamente…