-Tontería a gran escala-


Fotografía obra de Génesis Pérez. 

Solo falta que el agua para el café caliente, dicha bebida espirituosa ha logrado incluso salvarme la vida en muchas ocasiones. Hasta ahora mi vida ha constado de pensar tanto que mi memoria se ha ido desgastando con los años. El que me viese pensaría que estoy loco, yo sigo negando que dicha opinión pueda llegar a ser cierta, solo soy un ciudadano más. La diferencia es que nunca he buscado aceptación, solo me ha importado hacer lo que he querido, aquello que mis caprichos me han susurrado. El agua por fin calentó lo suficiente, preparo el líquido oscuro  y me siento con un papel y un bolígrafo. Necesito escribir esta carta, necesito intentar expresar en cada letra que la compone un sentimiento transformado en tinta. Soy un tanto dramático, lo sé. Así comienza esta tontería a gran escala.


Ya estaré muerto para cuando encuentres esta nota, eso podría ser dentro de mucho tiempo, mañana mismo o en cualquier momento. Lo único que quiero es expresarte algunas cosas que considero importantes. Por ejemplo, nunca dejes ir ilusiones que pudiesen materializarse, mantente estable en los momentos en los que el bolsillo grita por estar vacío, evita ir a la playa con zapatos. ¿Logras entender esto? No es nada en realidad, solo comentarios que un viejo no quiere callarse. Cuando era niño intentaba tocar guitarra, luego entendí que los instrumentos musicales son extensiones de nosotros mismos, que son como manos que despliegan armonías. Entonces me di cuenta de que aquella extremidad no me pertenecía, que debía entender que no podría componer nunca en esta vida. Preferí comenzar a pintar y así lo hice hasta agotar todas las acuarelas que pude encontrar, aunque luego de ello no quise seguir buscando colores. Llegué al teatro una tarde de Noviembre y pude conocer la maravilla que imponía todo aquel escenario increíble que se mostraba ante mí. En definitiva, esa misma maravilla no deja de ser efímera en la realidad, pero nadie puede evitar que ésta pase a la inmortalidad de las memorias. Las tablas también cayeron para mí con la gran guerra, tuve que salir huyendo y para cuando ésta al fin terminó, yo ya no tenía espacio para el arte, primero estaba la necesidad de comer algo. Los sueños son maravillas que nuestra mente necesita para sobrevivir, intenta que no seas tú el que los mate a ellos. Así pasé de camarero a zapatero, de zapatero a mayordomo, de mayordomo a obrero en alguna empresa sin corazón… Muchos trabajos vieron mis ojos y sintieron mis esfuerzos por salir adelante mientras este país que intentaba levantar un bloque tras otro para intentar salir de la ruina, luchando por no dejarse vencer ante las miserias de una lucha que había dejado marcas. La vida tiene grandes misterios que nosotros ni siquiera podríamos entender, así es ella y nadie será capaz nunca de saber exactamente el acontecer de las cosas. Lo digo porque mi fortuna se cultivó de la forma más curiosa, de esas que nadie (ni siquiera yo mismo) podría creer si quiera posible. Aquí estoy, con setenta años y esperando a que el destino me sorprenda alguna mañana de éstas. Me siento orgulloso de esta herencia de mar caribe que me dejó mi papá, de la infinidad de bendiciones que mi mamá se encargó de darme; de cuantas cosas puedo recordar en esta vida, que si bien no fue perfecta, fue mía y de nadie más. Tengo todo lo aquello que nunca imaginé tendría y aun así, no dejo de reír ante cosas supremamente simples. Ahora te toca a ti, espero que este papel te sirva de algo, o que por lo menos te ayude a generar claridad en esos momentos cuando la luz empieza a menguar. Sabrás de mí en una nueva confesión, en una nueva tontería.


L. R. Garzón.