-Cuando las hadas se dejan ver-


Fotografía obra de VARL Photography.

Justo en el momento en el que dejé de esperar que algo llegase, ella decidía pasar frente a mi vista. Al caminar bailaba, o por lo menos eso me parecía, dejando estrellas y constelaciones enteras a su alrededor. Algunas criaturas llegan a aproximarse a lo que percibimos como perfecto, aquella lo fue para mi razonamiento. No solo la observé, también logré conocer cada partícula de su existencia por más minúscula que fuese. Como si nuestras conciencias se hubiesen conectado en algún momento de su recorrido. Ese hecho fue el mayor de los placeres.

Ella lo era todo sin intentar ser algo. Aún estando pérdida lograba encontrarse, lograba dar con su norte sin importar cualquier sur del que viniese. En eso recaía su libertad. Sin miedos ante el devenir, sin rencor a su entorno, sin ese drama que tanto le aburría de los demás. Con ansias de conocer el mundo, con la valentía de cargar su maleta de sueños, sintiendo que cualquier cosa era posible y que su destino estaba atado a la gloria. La vida era su escenario, cantar por siempre en este, la necesidad que exigía su alma. Su corazón era muy simple, y al mismo tiempo, tan complejo como nadie podría imaginar. Algo era seguro, su sonrisa lograba dar luz a la noche. Y sus ojos… Sus ojos eran verdaderos faros que iluminaban el inframundo de mi existencia. Por otra parte, si había algo que me gustaba de aquella afrodita, era su cabello. Con mechones dorados como el sol y un olor a flores que inundaba cualquier espacio. Ella lograba contagiar  alegría a cualquiera que se le acercara. Tenía un  pasado difícil a sus espaldas. Tenía un presente que dependía de su voluntad. Tenía un futuro que la llenaba de ilusión. Con la sangre azul, ella era la princesa de mis cuentos encantados.

Yo la vi pasar aquella vez sin poder pestañar ni un segundo. La vi y creí poder llegar hasta semejante ser. Mi error fue no reconocer que la luz no se puede tocar por los mortales. Entonces su presencia en mi vida fue efímera, pero su efecto en esta contundente.  Ella pasó y continúo sin haberse dado cuenta que dejaba a un hombre hipnotizado tras su paso, uno que no la dejaría morir a través de sus letras. Es que yo aún recuerdo cada lunar de su cuerpo, son ese tipo de cosas las que me perseguirán por siempre. Esa eternidad comienza a hacerse corta cuando pienso en su caminata despreocupada. Era su ser aquel que fue, y al mismo tiempo, el que no quiso ser.

Revivo el fantasma de aquella transeúnte por caprichos de un corazón que la anhela. Evoco el brevísimo tiempo que pasó a mi lado como si fuese el mayor de mis tesoros, la verdad es que uno no se topa todos lo días con musas andantes. Ella tuvo la sublime cualidad de hacerme sentir especial por el simple hecho de permitirme estar cerca suyo. Aunque nunca llegue a pensar en mí,  el hecho de que cruzase su mirada con la mía aquella mañana, hizo que mi mundo cambiase, que adquiriese color. He vuelto muchas veces hasta el sitio en el que la vi, siempre buscando encontrarla una vez más. Es algo imposible, ya olvidó el camino de regreso. Ella era un hada que se escapó de algún bosque y que pasó junto a mí solo para enseñarme que la magia del amor a primera vista existe.