-Mi vida anterior-


Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots

Como una necesidad distinta es que ahora me dirijo a ti que eres mi Yo pasado, aquel individuo que sobrevive en las líneas del tiempo sin morir, pero que ya tampoco hace parte de este cuerpo. Pretendo que te enteres de lo que tengo para decirte para que sepas lo que soy ahora que no estas. No te enojes ni perturbes ante estas palabras, solo entiende que algunas cosas cambian y que un ejemplo de ello es la realidad que nos tocó a ambos.


Empezar por decirte que ya no hay soledad como antes, todas las ausencias fueron suplidas por seres que supieron ganarse el puesto. Entonces esa inclinación que mantuviste hacia el aislamiento no duró por siempre, al contrario, fue tan efímera como tu pesimismo desbocado. Ahora solo crees en lo que puedes crear y en las maravillas de tu propia voluntad, eso  te emociona tanto que no hay espacio para decaer ante depresiones sin sentido, esas en las que antes te ahogabas. Sí, han cambiado muchas cosas en lo que era tu interior querido amigo, todo por sucesos que transcurrieron en perfecta sincronía con el destino y que sirvieron para que llegases a transmutar.

Cierto día comenzaste a ir al parque otra vez y pudiste admirar en ellos lo que no te ofrecían las paredes de tu casa. Entre árboles y caminos verdes pudiste dar con esa querencia perdida por pintar, por desempolvar la guitarra y cocinar nuevas recetas. Tienes ahora muchos libros, más de los que imaginaste podrías leer; y tu cabeza se ha convertido en el baúl de todas esas letras que se revuelven y se organizan a voluntad propia. Ahora aprecias los actos pequeños que ocurren a tu alrededor. Sales al balcón cuando la madrugada atraviesa su momento más bonito solo por la luna y el titilar de las estrellas. Debo confesártelo, eres más libre que nunca. Todo porque rompiste los grilletes que te daba el arrepentimiento de una vida indeseada.
Te recuerdo más que nunca cuando llueve, cuando el café no causa su efecto milagroso, cuando las promesas no son cumplidas. También pienso en ti cuando voy a pie por las aceras del barrio y me parece que fuese ayer que eras tú quien las recorría. Quizás no haya catarsis en esta historia, sino el testimonio de dos seres totalmente distintos que han habitado un mismo cuerpo. No dejabas de hablar nunca porque te aterraban los silencios. Yo, en cambio, solo en el silencio encuentro los sonidos que me gustan, esos que me traen paz. En este último estado tampoco llegaste a entrar, siempre con tu aire caótico y decadente. Te lo digo amigo, tantas oportunidades que tuviste para sentir la alegría y en todas preferiste ser un mal chiste.

A veces brindo con ron en tu nombre. No quiero que dejes de entender lo importante que fuiste, el papel trascendental que desempeñaste para que yo fuese concebido. Porque lo que soy en este momento es gracias a ti, a cada evento del que formaste parte, a cada romance que no lograste condensar en historia de amor por el terror a un corazón roto. En fin, quiero admitirte también que sigo teniendo muchas cosas tuyas, como el acto de quedarme viendo a la nada, solo que ahora si tengo cosas en qué pensar y no lo hago únicamente para evitar el mundo que me rodea. También conservo tus zapatos rotos, siento que con ellos puedo ser un poco más libre al correr. Por ultimo mantengo tus ideales de cambio que ya no se almacenan como trastos viejos en una mente que los concibe imposibles, al contrario de eso, los enarbolo como metas que serán alcanzadas gracias a un esfuerzo determinado.

Recuerdo claramente como cambiaste, como moriste una mañana de noviembre en cierta playa alejada del mundo. Solo ahí comenzaste a ser realmente lo que ahora yo soy. Volví a ese lugar y vi tu fantasma deambular entre las olas. Porque eres mi vida anterior y yo el presente que se mantiene respirando, que continuará hacia el futuro.