-Sin esperas ni reclamos-


Fotografía obra de Génesis Pérez.

Salí porque era necesario salir. Ya no encontraba adentro nada que pudiese salvarme. Pero tampoco eché a andar como siempre, con la nada como norte para intentar renovar lo que esta vez era irrenovable. Lo más probable es que esa última palabra ni siquiera exista, pero ya tampoco me importaba estar en deuda con ninguna academia, con nadie en realidad.


Había llegado a ese punto en el que el estrés sobrepasa los limites y uno se aniquila a si mismo con un dolor de cabeza fulminante . Era como un rallo que intentaba librarme del sufrimiento. Pero no había ningún rallo, era estrés, rabia, insomnio y malhumor. Porque me había cansado de esta vida, de deudas sin sentido que solo se multiplicaban como la cabeza cortada de una hidra, de malestares por tantos intentos fallidos.

Me senté en la acera deseando con todas mis fuerzas que la vida me diera una señal. Nada pasó, ni siquiera un ovni que viniera a llevarme lejos. Eran años llenos de sacrificios vacíos, de querer alcanzar los espejismos de mis desiertos internos. Lo único que quería realmente era gritarle groserías al destino y a quien estuviese hilando su telar. Por egoísta, malvado y, sobretodo, por hacer que yo quedara en medio de la nada con cara de idiota. Angustias y daños que no era capaz de sanar me habían llevado hasta aquella condición patética..

Sentado en el duro asfalto nada ocurrió. Continúe siendo el mismo humano sin victoria, sin biografía escrita ni legado sobre este mundo. Lloré esa noche en mitad de la calle y no vino ningún conocido a levantarme y darme palmaditas en la espalda. Lloré hasta que la misma rabia me levantó y volví dentro de la casa.

Si durante esta lectura esperaste el momento en el que algo cambiaría y todo saldría bien, seguirás esperando, no será así. Eso pasa en los cuentos de hadas. La verdad es que ni siquiera han cambiado realmente las cosas desde lo antes relatado. Solo dejé de esperar respuestas a las calamidades que iban llegando, porque eso sí, tampoco dejaran de llegar. En definitiva, el ciudadano promedio que desea salir adelante tendrá como antagonista un sin fin de fuerzas en contra que lo llevarán hacia atrás.

Entendí que no era especial por todo lo malo que me pasara, sino por volver a entrar a la casa a continuar intentándolo luego de semejante dolor de cabeza.