-Irreverencia literaria-


Fotografía obra de Juan Mattey. Fuente original Flickr

¡Emergencia! ¡Emergencia! Se informa de una anomalía en el sistema: ¡El protagonista de esta historia se rebela en contra de su escritor!


No es un simulacro, óigase bien, no es un simulacro. Las fuentes informan que el protagonista se encontraba siendo parte de un clímax convencional, nada del otro mundo. Cuando sin previo aviso, el héroe se detuvo en el desarrollo de la historia, se dio media vuelta y dejó de seguir los designios de tinta que su autor había redactado. Parece una locura, lo sé, pero cada vez llegan más reportes que aseguran lo anterior.

El protagonista es un tipo normal. Ha sido utilizado por su creador en infinidad de oportunidades cambiándole únicamente el nombre, pero conservando su esencia. Se desconoce la verdadera edad de este personaje. Es inmortal, por supuesto, respirará por siempre a través de los ojos y las conciencias de quienes relean su integridad.

Entonces, ¿qué le ha pasado a este personaje? ¿Cuáles son sus motivos para desobedecer la naturaleza misma? Nadie lo podría saberlo. Se le ha buscado además en los pasillos, oficinas, balcones, cuartos, parques, patios,  y en cuanto ambiente fuese colocado en el pasado. No aparece, la cosa empeora.

Repitiendo la información para quienes no hayan prestado atención, el protagonista de esta historia no se encuentra. El guionista mal pagado que lo ha trajo al mundo, asegura que estaba por terminar la trama cuando el individuo principal de esta se dio a la fuga. Intentando dar con su paradero, la investigación se ha centrado en sus aventuras, viajes, luchas, melancolías, romances, sueños, felicidades, tragedias. Vaya que ha hecho cosas, pero tal factor hace aún más impredecible el encontrarlo. Podría estar en la luna, en la Atlántida, en la misma nada. Los esfuerzos son inútiles, el sistema no puede con esta anomalía. Si tan solo el prófugo supiese las consecuencias de su arrogancia, ¿Por qué no pudo continuar siendo parte de la historia de su escritor y tuvo que hacer lo que su egoísta corazón le dictaba?

¡Emergencia! ¡Emergencia! Se ha dado con el desgraciado protagonista, no es una broma, se le ha encontrado. Se encuentra en las cercanías de la torre Eiffel. Tan inteligente que resultó dirigiéndose a un sitio como ese. Está sentado solo en una mesa del Café L'Alma, un sitio parecido a los que su redactor le tenía acostumbrado, aunque más elegante, para nada arrabalero.

Las autoridades competentes acompañan al narrador en la escena. Ante las acusaciones, los reclamos, las invocaciones a su madre, y demás, el protagonista con despreocupación responde:

-Este es otro cuento sobre la libertad, pero fui yo quien decidió el desenlace. Ahora soy dueño de mi destino, ha valido la pena.