En serio, no exagero.
Y sin darme cuenta me puse a llorar.
Lloré y lloré en un hombro que olía bonito.
Y bonitos también fueron esos días,
no todo el tiempo uno puede decir que está enamorado.
Pero enamorado de verdad, con fuerza y valentía,
como el amor adolescente que ya no volverá.
Como tampoco volverá el tomarse de la mano
y caminar juntos hacia el infinito.