Fotografía obra de VARL Audiovisual
Hoy cumplo más años de los que
realmente cumplo. Según la cédula son 23, como Jordan, aunque haya nacido viejo,
como Benjamín, y aún tenga la misma cara de adolescente y los mismos 57 kilos
de siempre. Llego a un punto indefinido, no sé si he logrado mucho o muy
poco todavía. Sé que he sido feliz varias veces, también he podido estar tranquilo, tener paz, aprender y buscar lo que he querido. De lo malo no quiero
hablar ahora. Los recuerdos me caen encima como hojas secas y yo sigo debajo del árbol. Lo que soy, lo que tengo. Mis amigos, mi familia, mi ciudad y país. Mis despedidas, mis promesas. Mis
cafés al alba, mis cigarrillos olvidados. Los post, las acuarelas, los vídeos,
las poesías, las actuaciones (en teatro, en cortos), las entrevistas, los fanzines, las reseñas, los boletines, las
notas de prensa; las antologías de un guayanés, las vivencias acumuladas y
regulares locuras, los cuadernos que huelen a polvo, el Dante Merino; tanto de
eso soy ahora, y aun así todo me parece ajeno. Como si lo hubiese vivido
otro, como si todo fuese realidad virtual.