Fotografía obra de Génesis Pérez
Junto con esa inclinación que
poseen los seres humanos por las situaciones problemáticas, él se perdió entre
recuerdos y esbirros del pasado que condensaban su tristeza en el presente. La
guerra civil no había parado y él no contaba con la sonrisa de ella para
sobrellevar aquellas circunstancias tan caóticas. Las mañanas eran devastadoras
cuando despertaba mirando el espacio vacío de su cama, aquel en donde aún se
guardaba la silueta de ella moldeada en el colchón. Ahora ya no estaba tampoco
el olor de su perfume ahogando el olfato con la fragancia del amor, ni sus
palabras alegres que lo ayudaban a caminar. Sin ella, sin nadie. Solo él en esa
casa resguardándose del peligro cuando era necesario y cumpliendo misiones con
los rebeldes cuando las órdenes llegaban desde la capital. El país en
decadencia, la hambruna en sus huéspedes, el despotismo por todas partes; y el
solo extrañándola. Nada más le importaba ya, aceptando incluso que su destino
terminaría cualquier madrugada de ésas en donde los recuerdos le susurraran por
fin que ella no volvería y su vida perdiera la razón por la que seguir activa.